domingo, 15 de mayo de 2011

Siempre Conmigo




Siempre Conmigo...

Habían pasado ya casi 5 años desde que la había perdido, y lo había dejado en aquel lugar, al principio maldecía su nombre por las noches y el haberla conocido, enamorándose como un loco, ¿Por qué lo había abandonado para que luchara el solo contra todo? No entendía por ella lo había hecho, y sobre todo no entendía porque lo dejaba con aquella prueba tan difícil, que era lo que había hecho, o lo que tenía que pagar y a que costo, desde ese día cada mañana parecía el mismo infierno, siempre a la misma rutina y al finalizar el día volvía a aquella cama gigante donde el aroma le recordaba tanto a ella.

Los primeros meses podía jurar verla en cualquier parte, a donde fuera veía su rostro, escuchaba su vos, sentía el rozo de sus manos, y olía su perfume, todos creían que se estaba volviendo loco cada vez que se los mencionaba, pensaban que le había afectado tanto su perdida que quizás también había perdido su cordura. Durante unas cuantas semanas se había tomado un pequeño descanso, no podía soportar la idea de seguir salvando a la gente y sentirse culpable por no salvarla a ella, pareciera como si la vida le hubiera jugado una caretilla.

Con el paso del tiempo, ese dolor fue disminuyendo, mas nunca logro desparecer, siempre tendría esa espina clavada en su corazón y él lo sabía, su rencor contra ella también iba desapareciendo, sabía que ella no había escogido dejarlos ese día y mucho menos haberlo abandonado de esa forma, no solo a él, sino también a sus amigos, a su padre, y sobre todo a su hija, esa pequeña persona que había dejado huérfana de madre y que a partir de ese momento tendría un hueco en su vida, ya lo sabría él, que de igual manera había vivido algo parecido, excepto que él había quedado solo, algo que era más difícil, ya que su hija lo tenía a él, tal vez no del todo, pero estaría para ella siempre.

No podía evitar ver a esa pequeña y sentir lastima por ella, sabía que nunca podría llenar el vacío que deja una madre ni con todo el dinero del mundo. Sin duda ese era su mayor rencor, como se había atrevido a dejarlo con su hija, él que sabría de bebes, tanto tiempo habían esperado juntos y ahora solo él apreciaría los pasos de su hija, sus primeras palabras y sus primeras sonrisas, ese era el único recuerdo y más preciado sobre ella, le agradecía a pesar de todo a ver dejado a esa pequeña, que lo hacía regresar al mundo y no solo pensar en su dolor.

Después de un año de su muerte lo único que sabía era que no permitiría que todo aquello lo volviera a atormentar, si la primera vez lo había fallado eso ya no ocurriría, él estaba completamente seguro de lo que haría y así lo hiso, dejaria por un lado las mallas y el arco y se dedicaría a su vida como un civil normal, padre y empresario de Industrias Queen. Él no se sentiría responsable de algún otro hecho y solo disfrutaría de su hija como no pudo de su mujer, una extraordinaria mujer como lo era Chloe Sullivan, aquella mujer que había sido su único amor y lo seguiría siendo a lo largo por el resto de su vida.

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